Rondalla: Conjunto musical de instrumentos de cuerda; Cuento, conseja, romance; Conjunto de personas que van tocando y cantando por la calle.
Edición y nota: Manuel Cabesa
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Ya cerca del Año Nuevo y casi sin recursos, la imaginación vuela y resuelve el último festín del año y se prepara para los tiempos venideros...
(mcabesa)
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Nochevieja
-Julio César Pérez-
(Santa Cruz/ estado Aragua)
Dormía plácidamente en un banco metálico hecho con tubos de dos por una, a pleno sol.
De cuerpo voluminoso, oscuro, muy oscuro, pasaba la mona de dos días de farra desmedida. Parecía más bien un cochino tirado sobre una parrilla asándose con el calor del sol.
Lo mismo pensaban los otros vikingos, compañeros de todos los días de la misma farra continuada en el tiempo.
Así que colocaron leña debajo del banco y la encendieron. Cuando sintió el excesivo calor, dentro de su semi-inconciencia pensó que el sol le estaba calentando más de la cuenta un lado del cuerpo. Se dió la vuelta.
Al condumio fueron invitados todos los compañeros de los alrededores y de más allá. Sería una buena cena de año nuevo.
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La nueva mitología
-J. M. Llerena-
Aventurarme fuera de los límites de La Comunidad rindió frutos: cacé un conejo bastante escuálido. Mi Mujer se pondrá contenta. No es mucho, pero ya ni recuerdo la última vez que comimos carne.
Esta nueva raza de roedores son criaturas subterráneas, inermes y asustadizas, que raras veces salen a la superficie. Aprendieron a permanecer en silencio, ocultos, a reconocer el peligro de exponerse abiertamente a un mundo dominado por el depredador.
Lo maté con mi honda de horqueta de guayaba. Una reliquia heredada de mi padre. Los palos de guayaba, como las festividades navideñas y muchas otras cosas, pasaron a formar parte de la nueva mitología de la que suelen hablar, alrededor de las hogueras en noches sin luna ni luz eléctrica, los contados ancianos que sobreviven.
El tiempo se convirtió en un elemento extraño, ajeno a los relojes, como estacionado en una perenne cuenta regresiva. Ahora se mide por la cantidad de luz en el cielo, que tampoco es una referencia confiable dado el alto grado de contaminación y el desorden climático.
Finales de diciembre, ¿o principios de enero? Da igual. Poco o nada queda de la memoria de antiguas tradiciones. Los días carecen de sentido. No hay distinción entre lunes o sábado. En el fondo a nadie le importa. Sólo existe un día y un propósito: hoy, tratar de sobrevivir hoy.

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Rafael Ortega