Año V. Número 240
Si volviera a
colocar el disco que hace poco escuchaba
quizás se sintiera más vigoroso. Porque esta laxitud le anonadaba.
No era que le desagradara, sino que le colocaba en sutil inferioridad ante sus amigos.
Los alegres desahuciados. Andrés Mariño-Palacio
quizás se sintiera más vigoroso. Porque esta laxitud le anonadaba.
No era que le desagradara, sino que le colocaba en sutil inferioridad ante sus amigos.
Los alegres desahuciados. Andrés Mariño-Palacio
Para contrarrestar el efecto
demoledor del tiempo, nos aferramos a ciertos olores, sabores, lugares y
sonidos que permiten avivar la memoria colectiva e individual y nos trasladan
hacia aquellas épocas ya vividas en compañía de una gran carga de emociones.
La música nos ha acompañado desde
siempre y, aunque a veces no nos demos cuenta, tiene una gran importancia en
nuestra vida. Las canciones y melodías pueden hacernos recordar eventos del
pasado, a alguna persona que quisimos o simplemente darnos un momento de paz o
felicidad.
Partiendo de esta premisa, el
escritor y periodista Carlos Antonio Silva (Capaya, Edo. Miranda, 1948 - Maracay, Edo. Aragua 2014) se afanó por coleccionar durante
bastante tiempo un buen cúmulo de historias reales que de manera irremediable
terminaron entremezclándose con la ficción para darle cuerpo a la obra Crónicas transitorias de la vida cotidiana.
En las páginas de este trabajo,
que se hizo acreedor del primer Premio en la I Bienal Antonio Crespo Meléndez
(2012) en la mención Crónica Literaria y Crónica Social, se percibe claramente
la convicción de un melómano empedernido ante “el ritmo de una música que fluye
para activar los resortes de la memoria”.
Quienes tengan la oportunidad de
adentrarse en este “entramado de historias de la vida corriente”, lo primero
que descubrirán es la relación irrefutable que existe entre el hombre y sus
recuerdos.
Definitivamente, construimos
nuestro presente con base en nuestros recuerdos para evitar cometer los mismos
errores del pasado y visualizamos nuestro futuro como una perpetuación de los
momentos felices que vivimos en el ayer.
Cuando tuve la oportunidad de
conocer personalmente a Carlos Antonio Silva, a través del poeta Manuel Cabesa,
en cuestión de minutos se inició una amena conversación a dos voces sobre
diversos temas que inevitablemente guardaban relación con la literatura, el
teatro, el cine y la música.
En vista de que en aquel tiempo yo era un
novato en las cosas del arte, mi papel dentro de estos encuentros -que se
repitieron más de cuatro veces- no era otro que el de espectador; no obstante,
algunas lecturas y mis incipientes conocimientos sobre la música –especialmente
el rock- saltaban a la mesa de vez en cuando para aportar algún comentario.
Cabe destacar que los elocuentes
argumentos de Silva me hicieron comprender que del sincretismo cultural se
obtienen resultados interesantes; es decir, nadie que se atreva a
autoproclamarse erudito en cuanto a cualquier género musical, sea la salsa, el
rock, el jazz, el blues, el soul, etcétera, puede dejar de lado la música
académica.
Es por ello que el compromiso
voluntario del melómano se incrementa aún más cuando pretende abarcar las
diversas corrientes musicales que surgen de la clásica y por cuestiones de
contexto se fusionan para dar vida al imaginario contemporáneo de cualquier
territorio.
La cultura y el arte reflejan el
carácter convulsivo de los tiempos que corren. Quizás en otras épocas también
convivieron concepciones artísticas tan dispares como actualmente, pero la
falta de documentación nos impide constatarlo.
Confieso que al leer estas
crónicas de CAS mi mente retrocede hasta aquellos momentos cuando era partícipe
de esos agradables y enriquecedores encuentros, donde las barreras
generacionales eran reducidas a su más mínima expresión y al ritmo de las horas
surgían fragmentos de relatos o cualquier otra historia digna de contar.
Hasta aquí llegó nuestro espacio.
Recuerden que pueden contactarnos a través del correo electrónico: rafedort@gmail.com, Twitter: @rafedort,
Facebook: Rafedort y el blog: zonadetolerancia69.blogspot.com, donde encontrarán
todas las ediciones de esta columna. Feliz fin de semana.
refrescante articulo, estaré atenta para disfrutar de estas letras, gracias.
ResponderEliminarHola Rafael!! gracias por este escrito. Nos conmueve y honra las palabras que has dedicado a nuestro inolvidable CAS. Para la presentación de su libro en el marco de la FILVEN escribí estas cortas líneas a modo de explicar su pasión por la música enlazada a sus afectos: "Las líneas de Crónicas transitorias de la vida cotidiana (sobre el amor, el terruño, la música y otras menudencias), autorretratan inconfundiblemente a Carlos Antonio Silva, como bien reseñara uno de sus mejores amigos, el periodista José Aloise Abreu. Me refiero al hombre dotado de una gran sensibilidad ante los hechos humanos sobre todo aquellos relacionados con la convivencia y sus espacios.
ResponderEliminarPara CAS, como le conocían sus lectores y amigos, el amor y la música son dos elementos que dan origen a esos hechos que, aunque cotidianos, no dejaban de ser sublimes ni mucho menos imperceptibles a sus ojos. Cito unas de sus líneas en las cuales expresa: “Entre lo misceláneo y lo anecdótico se ha concebido este libro, una silva desordenada pero coherente con el decir que transpira pasión, vivencias y muchos afectos por los amigos, pueblos, caminos y veredas transitadas al ritmo de una música para activar los resortes de una memoria”.
Esta lectura sensible de las vivencias en torno a la Maracay de sus amores, en donde residió más de treinta años, nos permite disfrutar de una serie de crónicas sobre las “Querencias del terruño” y “La Ciudad posible” la misma a la que se ancló gracias a los afectos cultivados desde la música, considerada por CAS como el … vínculo más directo para darse a un querer.
Hola Rafael Ortega!! Gracias por este escrito que honra y mantiene viva la palabra de nuestro inolvidable CAS. Para la presentación de su libro durante la FILVEN, escribí a modo de presentación lo siguiente: Las líneas de Crónicas transitorias de la vida cotidiana (sobre el amor, el terruño, la música y otras menudencias), autorretratan inconfundiblemente a Carlos Antonio Silva, como bien reseñara uno de sus mejores amigos, el periodista José Aloise Abreu. Me refiero al hombre dotado de una gran sensibilidad ante los hechos humanos sobre todo aquellos relacionados con la convivencia y sus espacios.
ResponderEliminarPara CAS, como le conocían sus lectores y amigos, el amor y la música son dos elementos que dan origen a esos hechos que, aunque cotidianos, no dejaban de ser sublimes ni mucho menos imperceptibles a sus ojos. Cito unas de sus líneas en las cuales expresa: “Entre lo misceláneo y lo anecdótico se ha concebido este libro, una silva desordenada pero coherente con el decir que transpira pasión, vivencias y muchos afectos por los amigos, pueblos, caminos y veredas transitadas al ritmo de una música para activar los resortes de una memoria”.
Esta lectura sensible de las vivencias en torno a la Maracay de sus amores, en donde residió más de treinta años, nos permite disfrutar de una serie de crónicas sobre las “Querencias del terruño” y “La Ciudad posible” la misma a la que se ancló gracias a los afectos cultivados desde la música, considerada por CAS como el … vínculo más directo para darse a un querer.