jueves, 13 de noviembre de 2025

Rock progresivo (y esas cosas)... V

 


-Roberto Santana- 


Electronic Meditation en el Berlín Tardo-Sesentista: Escisión y efervescencia fría 


El contexto es la escisión histórica. Berlín en 1969-1970 era un hervidero cultural y –con su muro casi recién construido– territorio de la esquizofrenia geopolítica expresada en asfalto y concreto. A diferencia del Reino Unido o Estados Unidos, la escena musical alemana (una gran parte de la cual pronto sería bautizada como Krautrock) no miraba al blues para inspirarse. Esta ciudad dividida encarnaba la tensión histórica y la necesidad de romper con el pasado cultural que se sentía contaminado por el nazismo. El rock psicodélico de la anglósfera fue reinterpretado aquí bajo una lente más fría, cerebral y experimental.

En este ambiente, Edgar Froese (guitarra), el único miembro constante de la banda, concibió Tangerine Dream como una máquina de improvisación libre, un trío conformado junto a Klaus Schulze (batería, un futuro gigante de la música electrónica progresiva) y Conrad Schnitzler (violonchelo, pura vanguardia en su historia musical). Se trataba de un núcleo de jóvenes artistas que rechazan las estructuras comerciales y que buscan una tercera vía, lejos del rock and roll norteamericano –que parecía estar adentrándose en un periodo de solipsismo y senilidad– y de ese horrible género de la canción popular alemana, de melodías muy simples y fáciles de tararear, con líricas poco exigentes y triviales y estructuras muy claras y repetitivas, como coplas y estribillos pegadizos, llamado Schlager.

Fractura y Feedback. El grito caótico del Núcleo Cero


Entonces se inaugura una discografía con la crónica sonora de la fragmentación berlinesa. Electronic Meditation es el registro bruto de esa escisión geográfica trasladada a la psique colectiva. Producido en la urgencia de un estudio casero en Berlín, este disco registra el momento en que el rock occidental, que se agotaba en clichés, fue asaltado por una visión vanguardista y una desesperada búsqueda de identidad en la Alemania de posguerra. La obra, ruidosa y visceral, marca el punto de partida surrealista del futuro hegemón de la música electrónica progresiva.

La estética de la destrucción sonora


Electronic Meditation es un título profundamente irónico, pues el álbum es lo opuesto a la serenidad; es pura agitación. Se presenta como un ejercicio de suspenso sónico. A diferencia de las sinfonías electrónicas que definirían al grupo posteriormente, este debut utiliza instrumentos acústicos y eléctricos tradicionales, pero de formas podría decirse que antinaturales.

No hay moogs ni secuenciadores. El sonido electrónico se genera a través de la manipulación de la guitarra de Froese mediante la distorsión y el feedback y el tratamiento del violonchelo intervenido de Schnitzler, todo ello reforzado por la percusión de Schulze, que parece un caos de fuego helado.

La obra se desarrolla a lo largo de una serie de collages impregnados de free jazz, noise y rock de alto voltaje. Hay largos pasajes de improvisación desestructurada donde los instrumentos operan en disonancia. El resultado es un sonido onírico, casi de pesadilla, que oscila entre lo proto-industrial y el space rock más primitivo, construido a través de procesos que, más que de composición, traen a la mente pensamientos de descomposición. Pero no hablo de materia carnal en decadencia, sino de los elementos básicos de la música en un tránsito de alquimia inversa.

El aporte genético al Krautrock 


Electronic Meditation, si bien no es un disco representativo del Krautrock en su totalidad, es una pieza importantísima para su arqueología. Su trascendencia y aporte residen en su naturaleza precursora. Demostró que era posible crear un rock vanguardista y atmosférico utilizando la expansión tímbrica (lo electrónico entendido como manipulación del sonido), la energía de las ondas sonoras en movimiento, en lugar de la complejidad técnica de la composición.


Mutación al Cosmos: El salto a Alpha Centauri


La comparación con el siguiente álbum, Alpha Centauri (1971) es la clave de la mutación definitiva de la banda. Electronic Meditation es terrestre, desordenado y orgánico; es un trío de rock que lucha por liberarse de sus instrumentos como si de camisas de fuerza se tratara. La instrumentación es acústica-eléctrica y el sonido roza –y en ocasiones cruza– las fronteras del ruido. Mientras tanto, Alpha Centauri es la evasión etérea, misteriosa y cósmica. Schulze y Schnitzler se habían marchado y la entrada de Christopher Franke marcó el giro hacia los sintetizadores. La música se convirtió en pura electrónica atmosférica, sentando las bases del sonido Berlin School que haría famosa a Tangerine Dream.

Electronic Meditation fue el bautismo de fuego de Froese; un artefacto crudo que, aunque de escucha irregular, se convertiría en semilla de la grandeza que se desplegará posteriormente.

Veredicto: La arqueología inacabada


Me tomaré el atrevimiento de calificar a Electronic Meditation como un álbum bueno debido a su inmenso valor histórico y documental. Es un artefacto fascinante e imprescindible para entender el nacimiento del Krautrock (del que Schnitzler iba a ser uno de los grandes pioneros) y la trayectoria de la banda. Sin embargo, su naturaleza caótica y desestructurada, basada en una improvisación ruidosa y a menudo desordenada (antes de que la banda descubriera la síntesis secuenciada que dominaría), hace que la experiencia auditiva sea desigual. No alcanza la perfección sonora y la coherencia de sus obras maestras, pero su enérgico rechazo a las convenciones musicales es digno de reconocimiento.


Tangerine Dream - Electronic Meditation (1970)


Alemania


Krautrock, Psychedelic Rock con elementos de Ambient Experimental Rock


Músicos


- Edgar Froese / Guitarras de 6 y 12 cuerdas, órgano Farfisa, piano, efectos

- Conrad Schnitzler / Violonchelo, violín, guitarra, efectos

- Klaus Schulze / Percusión, baquetas


Con:


- Jimmy Jackson / Órgano

- Thomas Keyserling / Flauta

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Rafael Ortega