miércoles, 12 de noviembre de 2025

Mecánica de la escritura



-Manuel Cabesa y Aimée Torres-


Debemos comenzar diciendo que la poesía es un bien común como el aire y como el agua, sólo basta la intención de acercarse, de abrir un libro y leer unos versos, de tomar lápiz y papel y simplemente expresarse, con honestidad, con naturalidad, con un poco de corrección a fin de que el poema (más allá del asunto de su calidad) pueda ser sentido por quien lo recibe.

Nadie tiene el secreto para hacer el poema "perfecto", pero sí todos estamos en posición de aproximarnos a él. Sólo bastaría un poco de empeño y mucha humildad: no somos nosotros quienes decidimos "en" el poema, es el poema el que se realiza a expensas de nosotros. 

Hoy en día, gracias al asunto de las redes, hay un acercamiento masivo hacia la poesía, como ya se sabe; y también una variedad infinita de resultados que hacen imposible medir, cuál es el patrón que siguen los cultores del verso en este nuevo siglo. Siendo antes la moda el conteo de sílabas, luego el verso blanco y ahora de nuevo a la métrica, al parecer; ni sabemos quién es maestro de quién en estos menesteres donde nadie habla de sus poetas preferidos.

Lo cierto es que también en medio de la vorágine han aparecido, como pescadores en río revuelto, una cantidad considerable de personas que se ofrecen a "acompañar" al escritor en ciernes en su proceso creativo a través de talleres literarios vía on-line, además de los que ofrecen la publicación (digital y/o en físico) para que la "gran obra" sea de todos conocida... y todo esto siempre y cuando el aspirante quiera desembolsar unos cuantos billetes en moneda extranjera. 

El escudo para tal maniobra es que "el conocimiento tiene un precio" y cabe preguntarse ¿qué tipo de conocimiento es el que ofrece la poesía y cómo se puede transmitir?

La idea del taller literario es más bien la necesidad de compartir incertidumbres acerca de la escritura, lo visualizamos como una búsqueda permanente en la que compartimos con otros seres tan necesitados como nosotros "la mejor forma de expresar lo inexpresable" aunado a la actualización de la información en esta temática de crear siempre en diversidad de dimensiones temáticas... discusiones, hallazgos, fracasos sin que haya líderes de por medio sino una serie de voces que se juntan para conformar un "coro de voces solitarias" como reza el título de un conocido libro de Rafael Arraíz Lucca. 

La institucionalización de esta necesidad de encontrarse para compartir las mismas inquietudes, vino de parte del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) en la capital de nuestro país, a finales de los años '70, con la consecuente polémica ante la posible hegemonización de la escritura, a manos del coordinador del taller.

Sin embargo, la fórmula no era nueva: siempre han existido grupos de amigos inquietos ante la posibilidad de la creación quienes se reúnen libremente a compartir sus cuitas y de allí, si logran sobrevivir a la parte festiva del asunto y lograr unos cuantos libros aceptables, después de un tiempo puede que sean registrados como una generación, como hemos visto con la Generación del 18, el Grupo Viernes, la vanguardia de los 60 y la generación de los años 80.

Hoy, por lo visto el asunto se trastocó en simple negocio donde no sabemos si la poesía pueda hacer su aparición: maestros vemos, saberes no sabemos.

Uno puede concebir una inversión en un conocimiento artesanal (repostería, secretariado, mecánica, computación, peluquería) que a posteriori puede servir de oficio y no sólo recuperar la inversión sino obtener alguna ganancia.

Pero, dígame usted, ¿cuál es la ganancia que se obtiene de escribir poemas como para salir a invertir dinero en ello? Y con lo difícil que es conseguirlo y las necesidades que hacen falta cubrir con él. Si acaso se llega a publicar podría el retorno de inversión llegar de algunas ventas, sino regala sus impresos.

La única ganancia de la poesía es la satisfacción interior de haber participado de ella, de compartir con otros sus hallazgos, de permanecer siempre a la expectativa del nacimiento de la palabra reveladora, del instante en que la fijeza se hace posible por mediación de la imagen. Y como, las obras de artes plásticas, tener la dicha de ser interpretado a la imaginación y sentir del espectador .

Esta es una experiencia intransferible que nadie puede enseñar a otro y que nadie puede pagar. Después de compartir con otras personas que también han transitando por talleres literarios, a la única certeza a la que uno llega en medio de tantas incertidumbres es que la Poesía es un bien común, sólo compartido en sagrada comunión.

1 comentario:

  1. El texto gira en torno a la naturaleza de la poesía como bien común, su accesibilidad, su misterio creativo, y la tensión entre la autenticidad del acto poético y su creciente comercialización en el entorno digital. Se plantea una defensa de la poesía como experiencia compartida, no como producto.

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Un abrazo,
Rafael Ortega