1.
No hay más que recomenzar
el acarreamiento de la roca
montaña arriba
Padecer lo que se hubiese
podido evitar
recordar lo que tendría que ser
vivencia presente y no memoria.
2.
Cuando intento entregarme
a la meditación trascendental
al cerrar los ojos
mi mirada de lagarto iracundo
me lo reprocha
Se me hace imposible
aferrarme a una silla espiritual
las condiciones objetivas
me sacan del estudio aplicado
de mi mundo interior.
Escapo al exterior
sólo para llegar
al encierro de las calles
cotidianamente prisionero
de mí mismo.
Mi único remanso de dicha
es atisbar al lado oscuro
de mis lunas
pero la indignación
no me lo permite.
3.
Escribo para mostrar
qué horrible
es atarse de manos
uno mismo
pero la verdad
es que si no se recuerda
el propio nombre
cómo va uno entonces
a deshacer el nudo
mil pensamientos
esperan en las recámaras
a ser disparados.
4.
Desde aquí
parece más amigable
la inconsciencia
desde aquí mi propia voz
es como limpiador de pocetas
para mi piel
que comienza a envejecer
mi propia voz es la sustancia
de mi pesadilla
la materia de una máquina
inevitable que va fabricando
el purgatorio de una fiebre
que siendo sólo mía
la veo por el barrio
y por el mundo.
5.
Hace tiempo que mi cuerpo
se fue a vender su tiempo de vida,
otro cuerpo me ocupa,
bastante parecido,
hasta conocido me parece,
hecho con repuestos de automóvil,
cartones de jugo,
estuches de DVD,
blisters de protector estomacal.
Olvida uno con frecuencia
que ese perolero
es movido a control remoto. Olvida uno siempre
que es pistola en mano
contra sí mismo.
Olvida uno siempre
que ese cuerpo vive menos
mientras más respira.
Todo eso podría cambiar
reconquistar uno su cuerpo original,
respirar y vivir
ser dueño de sus horas
y ponerlas frente a sí
como a un horizonte
por demás alcanzable,
pero si mi abuela tuviese ruedas
yo sería bicicleta,
toda esa belleza nos evade
siempre deslizándose
tras la costumbre de la derrota.


Un trasunto de la realidad...imágenes que reflejan la búsqueda infructuosa de la espiritualidad, perdida entre los barrotes de la monotonía, el bullicio y la extarnalidad de la vida.
ResponderEliminarLos textos dejan un sabor intenso, quizás amargo, pero degustable.