jueves, 30 de octubre de 2025

La soledad como condición existencial en “Un buen día para estar sola” de Nanae Aoyama

 


-María Luisa Angarita-


Crecer, independizarse, establecerse, envejecer. Esa parece ser la consigna para todos desde tiempos remotos. Un destino que nunca ha sido fácil, aunque tampoco imposible. ¿Qué pasa cuando eso de crecer amerita apoyo? ¿Qué se hace con la soledad que el proceso implica?

En Un buen día para estar sola de la escritora japonesa Nanae Aoyama, novela ganadora del premio Akutagawa en el 2006, la autora nos muestra como la sensación de soledad se hace presente y permanente en quienes buscan hacerse una vida con tranquilidad y sin grandes aspiraciones, en medio de una sociedad cosmopolita y avanzada como lo es la ciudad de Tokio.

La protagonista Chizu, sale de su pueblo natal hacia Tokio a vivir en casa de una familiar lejana. Una anciana que vive sola y ama los gatos. Chizu busca abrirse camino con trabajos sencillos ya que se negó a cursar estudios universitarios. A estos trabajadores de tiempo parcial se les conoce en Japón como Freeters (personas que no ingresaron a la universidad y tampoco cuentan con un trabajo formal). A lo largo de un año la historia nos lleva por el día a día de Chizu, sus relaciones poco significativas, la cercanía que crece con la anciana y sus empleos ocasionales.

Si bien en toda la trama la protagonista no llega a tener realmente tiempo para estar sola, pues siempre alguien la acompaña. La verdad es que está totalmente sola. Las personas que le rodean no le hacen sentir seguridad, ni son significativas para ella, aunque por momentos piensa que sí. Lo paradójico es que la protagonista tiene miedo a la soledad y se lo cuestiona, así como se cuestiona el sufrimiento y el dolor que siente. Como si crecer y hacerse adulto fuese pasar por encima de los temores más profundos de la humanidad.

La historia es básicamente simple. Una mujer reflexiona sobre la soledad sin darse mucha cuenta mientras permanece sola estando acompañada. La paradoja es más para los lectores que para Chizu. Nos hace analizarnos y reevaluar con profundidad nuestras relaciones interpersonales. ¿Realmente estamos acompañados cuando alguien nos hace compañía? ¿Hasta que punto la soledad es un estado de existencia más que la ausencia de personas a nuestro lado? ¿Qué implica la soledad? ¿Y si la soledad es la verdadera compañía?

La protagonista avanza entre la soledad de los días, crece y madura con lentitud. Pasa de sus respuestas agresivas a cuestionarse sus respuestas y acciones. Se preocupa por la salud de la anciana sin darse cuenta de que esa mujer es en cierto modo su reflejo. Al final, abandona los trabajos de medio tiempo e ingresa a una empresa. Se muda, se abre camino en la adultez. Pero continúa igual, con su soledad a cuestas, rodeándose de personas que pueden acompañarla en apariencia, llenar esos momentos vacíos del día, mas no su soledad. Ese estado natural de su alma.

Al final, el libro se nos hace incómodo pues nos revela ese gran secreto que todos conocemos y albergamos sin admitirlo: la soledad nos acompaña siempre.


Referencias:

Aoyama, Nanae. (2024) Un buen día para estar sola. 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Plata Editores.

1 comentario:

  1. La historia contada por Nanae Aoyama es una confirmación de lo dicho por muchos poetas, la soledad es la única, que a fin de cuentas, nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Si miramos nuestro entorno con mirada escrutadora, solo nos veremos a nosotros mismos como acompañantes. JCPL

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Rafael Ortega