-Claudio González Luna-
El viejo precepto que asume al canto como dulce y melancólico llanto de denuncia sobre injusticias sociales, adquiere fuerza inusitada al referirnos a Bessie Smith: “La Emperatriz del Blues”, cuyo legado musical, caracterizado por una voz majestuosa, particular dicción y belleza de tonos que acompañaron icónicas líricas denunciantes del perverso racismo imperante en Estados Unidos durante las primeras décadas del Siglo XX, es considerado como singular pieza de estudio para las nuevas generaciones de artistas a nivel mundial.
Bessie trasciende espacios y tiempos musicales, al lograr con sus inigualables versiones de jazz y blues, el cálido reconocimiento popular como cantante de masas en espectros dominados por los hombres, cuando pensar que una mujer negra se subiría a los escenarios, constituía un hecho irreverente e impensable.
Aunque varias voces femeninas pudieran disputarse el título como Reina del Blues, Bessie se muestra ajena a esa pugna.
Ella sencillamente se autoproclama como “Embajadora del Blues” y la cantante negra más icónica de su época.
Su voz majestuosa, soberbia dicción, gran capacidad de inflexión y belleza de tonos musicales, fueron capaces de enamorar al corazón de comunidades populares, en tiempos cuando los hombres acaparaban los mercados radiales y discográficos.
Además de realizar magistralmente infinidad de versiones, Bessie Smith fue siempre muy flexible al momento de grabar sus discos en 45 revoluciones por minuto, registrando diversos materiales de blues, jazz y canciones gospel.
Sin temor al equivoco podemos afirmar que cantantes como Mahalia Jackson, Billie Holliday y Janis Joplin, son herederas de su maravilloso legado, enriquecido con músicos de la talla de Louis Armstrong, Benny Goodman, Joe Smith y su pianista favorito: James Johnson.
Los inicios musicales de La Emperatriz del Blues se remontan a 1912, luego de quedar huérfana de padre y madre, cuando integró el coro del Teatro Ivory de su Tenesee natal, donde aprendió los secretos del canto que la llevaron a montar su propio espectáculo hacia finales de 1918, para erigirse de inmediato, en mensajera de los miles de desmanes sufridos por la población negra del sur estadounidense, explotada como esclavos por un puñado de macabras cúpulas yanquis de poder.
Sus próximos años fueron como chica del coro en shows ambulantes de Erwin C Miller, hasta que durante 1915, el empresario Matt Riney la cobijó bajo el halo de la agrupación “Los Conejos Silvestres”, comenzando a realizar extensas giras por comunidades populares del sur estadounidense.
En marzo de 1929 logró dirigir su propio espectáculo en Atlanta, adquiriendo además, notable fama en Nueva Jersey y Filadelfia.
Tras ser rechazada por sellos disqueros no identificados con la irreverencia de sus temas y ademanes groseros, Bessie Smith logró en 1933 que el sello Columbia grabara sus canciones “Downheart Blues” y “Gulf Coast Blues”, logrando gran aceptación en comunidades populares que casi de inmediato, agotaron la existencia de 800 mil copias.
Bessie Smith se erigía así, en vibrante fenómeno musical de la época.
Luego de extensas giras realizadas con su banda en espectáculos con entradas a bajo costo, grabó varias canciones junto a Clara Smith: “La Reina del Lamento”, una de sus rivales artísticas ganada a su noble causa por la lucha de clases inherente en su lírica, donde abogó por acciones de igualdad social en todo el orbe.
Cuando la incipiente industria cultural disquera mostraba intenciones de cambio social, comenzaron a proliferar cantantes femeninas de blues, acompañadas siempre por legendarios pianistas.
Este boom musical se tradujo en la creación de una novedosa escuela para músicos de jazz.
La figura y reina indiscutida de principios del Siglo XX fue sin lugar a dudas Bessie Smith.
Gran artista y mujer de recio carácter. Sus interpretaciones son consideradas en la actualidad como un modelo a seguir del buen cantar, sin perder con el inclemente paso del tiempo, ni un ápice de mérito ni popularidad.
Al contrario, cada tema se convierte en genuina obra maestra y valiosa pieza de estudio para nuevas generaciones de cantantes en cualquier género musical.
Escuchar canciones como “El Blues del Corazón Herido” en versión de Bessie, y compararla con la original de su autora Alberta Hunter, sabiendo que no pasó de un discreto éxito, resultaría muy chocante.
Pero también indica la increíble fuerza interpretativa de La Emperatriz del Blues.
A finales de los años 20s del siglo pasado, cuando Estados Unidos estaba en plena depresión económica, Smith comenzó a experimentar serios problemas con la ingesta de ginebra, tornando sus composiciones mucho más descaradas, obscenas y pletóricas de profunda rabia social, como resulta evidente en el tema: “Nadie te conoce cuando andas mal”.
En esta época intervino en el cortometraje de 17 minutos: “Blues de San Luis”, trabajo audiovisual dirigido por Dudley Murphy, donde interpreta un par de temas acompañada por agrupaciones y cuerdas de Gospel.
El fundador de la disquera CBS, John Hammond, luego de asistir a un concierto de Bessie en el corazón de Harlem durante 1933, se encargó de producir las últimas sesiones que Smith grabaría en su existencia terrenal.
Posteriormente a Bessie le sobrevino una fuerte depresión, motivada por la perversa segregación racial, y continuas peleas con su marido Jack Gee, violento ex policía y famoso por sus malos tratos a la popular cantante.
Hundida hasta los tuétanos en alcohol, y sin nadie que le tendiera una mano, varias veces Bessie pensó en el suicidio, mientras se pregunta:
“¿Es que acaso no valgo como persona? ¿Necesariamente hay que ser blanca para triunfar en la vida?. Sólo pido una oportunidad para mostrar el talento emergente de los negros en Estados Unidos. Mis hermanas y yo estamos dispuestas a emprender una genuina revolución social en favor de los millones de desposeídos, humillados y víctimas del perverso sistema de gobierno racista imperante”.
El 26 de septiembre de 1937, cuando paradójicamente el blues iniciaba su proceso de recuperación comercial, Bessie Smith sufrió un aparatoso accidente en su coche cerca de Mississippi, cuando se disponía a participar de la obra musical “Broadway Rastrus”.
La Emperatriz del Blues murió por negligencia médica tras no ser atendida en un hospital destinado a personas de raza blanca.
Cuenta la historia que los acompañantes de la icónica cantante prolongaron por algunos minutos su agonía, mientras la trasladaban a un centro hospitalario de Clarksdale para personas afroamericanas, donde Bessie Smith llegó desangrada y sin síntomas vitales.
Su muerte se convirtió en macabro tema de discusión académica y social sobre el profundo racismo implícito en el mundo.
Un día luego de la partida física de La Emperatriz del Blues, una multitud cercana a 70 mil personas la acompañó a su última morada en un cementerio de Filadelfia, donde recién en 1970, sus fanáticos y admiradores pudieron colocar una lápida con el siguiente epitafio: “La más grande de todas las cantantes de Blues del mundo, quien jamás dejará de cantar”.
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Rafael Ortega