-Claudio González Luna-
Contar historias, de eso se trata en gran parte el arte del periodismo. Las fotos ilustran fríos datos estadísticos y a veces los aclaran, mientras preguntas y sorprendentes respuestas iluminan y develan verdades.
Pero nada conmueve más, que particulares historias de seres humanos, desde tiempos de “Las Mil y Una Noches” hasta nuestros días, al vernos reflejados a pleno en su esencia espiritual y armónica.
Hoy nos adentraremos en la historia de Andrés Eloy Blanco, insigne escritor cumanés nacido el 6 de agosto de 1897, y cuya obra “Píntame Angelitos Negros” ha sido capaz de trascender tiempos y espacios.
Lo que hace incomparable el arte que tiene origen y destino popular, es precisamente el mantenimiento a ultranza de esa identidad, alentada naturalmente por el soplo mágico que cada protagonista pueda insuflar a su hacer, y este es el caso de Andrés Eloy, quien responde con su mágica pluma al Pueblo de donde viene, y con quien canta fidelísimo desde sus inicios:
“Pintor de Santos de alcoba, pintor sin tierra en el pecho, que cuando pintas tus Santos, no te acuerdas de tu Pueblo, que cuando pintas tus Vírgenes, pintas Angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un Ángel Negro “.
Andrés Eloy intenta imponer su personalidad avasallante, porque dispone de asombrosos medios de expresión literaria, siendo su secreto, el saber hablar el auténtico lenguaje de la sensibilidad popular, manejando como ninguno una gramática interpretativa simple y de profundas proyecciones, leyendo, viviendo y recitando lo que en el fondo de las almas pugna por revelar su misterio en la musical poesía ciudadana, poniendo al alcance de todos, una obra mediante la cual, nadie deja de entenderse.
Sus versos se tornan en hermosas coplas, pletóricas de puro sentimiento, por cierto, a veces nada plácidos, al estar elaboradas con dolores del ser humano, de la magnitud dramática del amor o la alegría imaginativa de un Pueblo que quiere y desea afirmarse en la poesía popular, porque la concibe como forma esencial para definir tonalidades creativas de vida.
Como hombre religioso, Blanco no es una idea abstracta, sino un hombre situado, configurado vitalmente por dos coordenadas: tiempo y espacio, modelado por ríos y montañas, amasado por el Llano y la Ciudad, un ser concreto, con su ritmo y cultura, geografía y raíz de tierra, el contorno telúrico se hace compás, danza y melodía le prestan su imagen y poesía.
Andrés Eloy hace de la cotidianidad popular, no sólo su alimento, sino su forma de decir, abrirse y comunicarse , exteriorizar sus penas, alegrías, desdichas, amores, esperanzas e inquietudes.
El escritor es un tipo sencillo, completo, de verbos potentes, calibrados cuidadosamente para dar el punto exacto de un sentido poemario popular.
Su pluma se torna en hermosa y mágica protagonista de sus recitales literarios, mientras cumple con sus dos objetivos primordiales: el conocimiento de las necesidades del Pueblo, y la sapiencia del artista, lo melodramático puesto en la anécdota, en la idea de la letra.
Su temática, como expresión poética es testimonial.
Se adentra en valores humanos de intimidad del alma latinoamericana, proyectando valores de comunidades populares del continente, y por ello, nos entendemos por medio del arte de Andrés Eloy.
En todo momento, el cumanés mantiene su mente abierta, aprendiendo a aceptar críticas y cambios, siempre firme a sus propios fundamentos, tomando con humildad cualquier elemento de vida que le permita crecer como ser humano, a través del cultivo de la bondad.
Al cumplirse 128 años de su natalicio, podemos afirmar, sin ningún tipo de miedo al equívoco, que sus letras continúan encendidas en el corazón de las comunidades populares, identificadas a plenitud con las legendarias estrofas de su maravillosa obra literaria.
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Rafael Ortega