a Erasmo Fernández, poeta y amigo de “la musa”
-Skarlet Boguier-
Escribir poesía es el elevado reto de enfrentarse consigo mismo, escribir acerca de un poeta verdadero es un gran reto, sobre todo si ese poeta es Erasmo Fernández, pero a mí me placen los desafíos de este tipo, de modo que cederá al llamado de la vida que irresistiblemente me invita a vivirla al máximo, y al honorable compromiso de referirles brevemente un fugaz esbozo, un cuento de obra, una crónica relámpago de tan ultroso bardo “maracayero”. Pues, aunque nació en Chivacoa, se vino muy joven a Maracay, y desde entonces asumió su rol poético como forma de vida, sin artificios ni intermediarios, sino en plena función, en vivo y directo desde la escena cultural que se gestó durante los años 70 en el Complejo Cultural Santos Michelena.
Por esos años, un grupo de jóvenes con diferentes inquietudes artísticas como Zoraida García, Jaime Betancourt, Miguel Henríquez, Eleazar Marín, Héctor Bello, procedentes de la Escuela de Arte Dramático, actores y poetas unidos por el dadá, que junto a Erasmo Fernández y otros personajes relevantes de las artes visuales como el pintor Marcelo Martínez, el poeta escultor Daniel Herrera, Juan Loyola, Edito López, Asdrúbal Figuera, Orlando Guerra, Wilson Camero, entre otros, formaron parte de una pandilla de creadores caracterizados por su desenfado e irreverencia, tanto en sus obras como en su persistente compromiso con la expresión, el arte y la cultura. Esa palabra tan polémica, manoseada, desdeñada y explotada, por los poderes de turno, por “zorros y camaleones”, que la usan y desechan a su antojo, sobre todo cuando es popular, que ya sabemos, “tiene amigos a montones”.
Era común entre ellos, el grito de demanda a través de su propio arte, pero algunos no se conformaban con expresarlo en un poema, como en el caso de Erasmo, sino que hacían la protesta en pleno escenario y en la cara de los actores políticos, los gobernantes y “personalidades” mundanos del momento. Como aquella anécdota referida por el mismo poeta en la Revista Casa Grande, en entrevista hecha por el amigo Mohamed Abí Hassan, donde narra lo ocurrido en la Inauguración del Salón de Artes Arturo Michelena, a la que asistió Luis Herrera, Carlos Tablante y varios artistas aragüeños, algunos de los cuales reclamaban en desacuerdo por haber sido excluidos de dicho salón. El controversial y versátil artista caraqueño, Juan Loyola, se hizo encadenar para llamar la atención del público asistente, mientras Marcelo (querido amigo y pintor cósmico maracayero), en un momento del acto, tomó el micrófono y leyó el siguiente poema de Erasmo Fernández:
“Otro día de límpido amanecer/ mis ropas están sucias/las calles, los vidrios de aquella ventana también/Aquí nadie enjuaga el alma/Pregunto si la conciencia de los gobernantes es transparente/ Negra, negra/ Agua de escurridiza cañería”
LA PIEDRA RODANTE
Conocí a Erasmo por la zona de la Casa de la Cultura de Maracay, la avenida 19 de Abril y sus alrededores, a principios de este siglo XXI. Por ese entonces, yo asistía a las exposiciones y conciertos en el Museo de Arte Mario Abreu, al taller de literatura de Manuel Cabesa (Escritor, promotor de lectura y gran mentor), luego al Pedagógico. Y un día, cuando cruzaba la 19 con unas amigas de la universidad, lo vi en una esquina con otros personajes, hablando animosamente, y en eso, nos miramos, lo saludé de lejos, él también a mí porque ya nos habíamos visto antes en la Biblioteca Agustín Codazzi y lugares circundantes. Yo lo veía acompañado o leyendo solo pero no me atrevía a hablarle, una fuerza me atraía hacia él, algo en mí sabía sin saberlo, que estaba ante la presencia de un poeta.
Recuerdo que en aquella ocasión que nos saludamos y seguí caminando, mis compañeras me preguntaron, ¿por qué saludaba a ese señor que parecía un indigente?, a lo que respondí:
- No es un indigente, es un poeta. No está enfermo ni se está muriendo de hambre tampoco. ¡Mírenlo! Está alegre, parece un niño.
Esto último lo pensé y no lo olvido porque al poco tiempo después coincidimos varias veces en el ya extinto Dragón Rojo, un bar restaurant chino de luces tenues y acogedor mobiliario antiguo, muy famoso, ubicado en la 19 y cercano a donde estábamos pasando en ese momento. En ese mismo bar lo veía junto al poeta Miguel Henríquez, Rubén Serrano, Wilson Camero, Héctor Bello (una que otra vez), Manuel Cabesa, Leonardo Maicán, Jhonny Nieves y otros personajes itinerantes que se sentaban en una mesa a intercambiar ideas sobre el arte y la poesía, mientras ejercitaban el codo. Hasta que una vez, al salir del bar chino, me le acerqué, movida por un impulso indetenible, como una moneda que es atraída por un imán, o un planeta que da vueltas alrededor de una estrella luminosa y contenida, destinada a colapsar. Me acerqué también con la urgencia de saber qué hacer con todos los textos que escribía como en trance, y con todas las imágenes pobladas en mis pensamientos.
Después de ese acercamiento ya no vi tanto a esas amigas del Pedagógico, parecía que mientras más me alejaba de ese mundo, más me acercaba al de Erasmo, que era donde me sentía como pez en el agua, porque también era mi mundo. En ese mundo estaba cómoda, había comprensión, profundo respeto, complicidad, gran pasión por la escritura y mucha locura. Junto a César Colmenares, leíamos a Cioran, a Miller y a todo escritor trasgresor que se nos atravesara y viajara con nosotros en forma de libro. Compartíamos poesía en diversas taguaras del centro de Maracay, nos emborrachábamos y llevábamos en la frente el estigma de malas conductas, sabíamos que pudimos resultar incómodos, sobre todo Erasmo, una piedra en el zapato de los burócratas culturales, una piedra rodante que vocifera versos. Pero, aun así, a la par de esa época de estimulantes excesos, participábamos en recitales de poesía en comunidades populares como San Vicente, fuimos tejiendo nuestro propio trabajo creativo individual y luego colectivo con la conformación de La Musa Embriagada.
LA MUSA EMBRIAGADA
Erasmo ya tenía trayectoria en publicaciones de revistas literarias como Lanzallamas, creada junto al actor, pintor y gran poeta Jaime Betancourt y su compañera, la actriz y poeta de alto vuelo, Zoraida García, luego con la Honda y el pájaro en 1992, producida junto a Eleazar Marín. También estuvo en la Cooperativa cultural Al Margen del jardín y posteriormente, ya por el 2008 nos inventamos a la Musa Embriagada, que era más bien una especie de taller informal, experimental donde producíamos poemas, lecturas, ejercicios de textos automáticos individuales y colectivos, pero a la deriva y casi siempre fuera de los lugares convencionales, las reuniones semanales eran en el Dragón Rojo. El grupo estaba conformado por: Alejandro Ramírez, Erasmo Fernández, Skarlet Boguier, Mohamed Abí Hassan, Roberto Santana, algunos participantes intermitentes como América Zurita, César Colmenares, María Delfina Rojas, entre otros. De este taller salieron poemas dedicados a la icónica escultura de Daniel Herrera, “La mano del surco”, desvalorada, ignorada y en completo abandono por las instancias culturales de ese momento y de ahora. Participamos en el Festival poético Alternativo en el Ateneo de Valencia en el año 2009, donde después de gestionar con el Gabinete de Cultura, nos apoyaron con una Vans que nos aseguró el traslado. Al llegar al Ateneo nos atendió muy bien el equipo de Luis Alberto Angulo, quienes nos ofrecieron comida y bebida. Fue en el marco de una Exposición de dibujos de Juan Calzadilla, estaban nombrando al cocuy patrimonio cultural, había mesones de todas las variedades de este ancestral elixir artesanal, y como comprenderán, no nos quedó de otra que catarlos uno a uno con el respeto y la solemnidad que el agave merece.
Recuerdo que nos pagaron y al regresar a Maracay no lo podíamos ni creer, no tanto por lo del pago sino por el trato digno que recibimos, ese que debería sentir cada ser humano, sobre todo si ha sido marginado, pero con mucha más razón si se dedica con tanta pasión a su actividad creadora, a su arte y su don que comparte con todos sin exclusión. Duramos un rato comentando eso y brindando con cerveza frente a la antigua licorería que quedaba diagonal a la Biblioteca virtual de “la zona”, festejando que al fin le ganábamos una a la burocracia, y fue porque a pesar de la fama, de “mala conductas, insolentes y borrachos”, tuvieron que mirar hacia nosotros, no pudieron ignorarnos, no les quedó más que apoyarnos, pues nuestra pasión literaria era notoria y constante.
POÉTICA DEL DESENFADO
La poesía de Erasmo es brutalmente honesta, sencilla, pero de pozos profundos. Es directa, mordaz y a la vez llena de imágenes y palabras que nos refrescan por completo del discurso poético artificial, muy bien trabajado intelectualmente pero sin alma, sin sentir, sin eso que llaman <Feelin>, y que subyace de sobra en sus poemas, producto de su duende y vida, reflejos uno del otro, confirmando lo dicho por Leonard Cohen, “la poesía es solo evidencia de la vida, si tu vida arde bien, sus cenizas serán poesía”, como dijo también Artaud: “No concibo la obra al margen de la vida”, o al mejor estilo de los poetas beats y sus antecesores “malditos” que tanto admiramos bajo la enceguecedora luz de su influjo.
El discurso poético de Erasmo Fernández arde como su vida, por eso veremos temáticas variadas en sus textos que abarcan desde lo urbano, la ciudad como casa, la casa de la calle, los delirium tremens en alguna taguara del centro, un soliloquio ebrio en la penumbra de la pérgola o en los alrededores de la Maestranza, donde dormía o intentaba dormir sobre sus poemas escritos en papel periódico, porque cuando el poema asalta, cuando se empeña en ser escrito, cualquier papel improvisado es bueno para descargar esa información en imágenes que golpean como un cincel en el cristal del cerebro. En fin, el poeta nos lleva en un viaje lisérgico desde los suburbios callejeros hasta el canto a una mata de guayaba, a un pájaro o a su amada Carmen, pasando por sus “Esperas y ausencias”, sus “Oficios de la lluvia”, donde hasta su experiencia hospitalaria nos refiere. Sus poemas rebeldes, sarcásticos que siguen demandando, hasta convertirse en el poeta actual más destacado y aceptado a nivel popular en Maracay, pero aún excluido por académicos y editores capitalinos que no le hacen justicia, pues sus publicaciones, invitaciones y reconocimientos están manejados por el amiguismo y no por el talento. Al respecto Erasmo dijo:
“No me explico por qué la gente que maneja la política cultural no nos toma en cuenta para la elaboración y ejecución de sus proyectos. Para ellos lo importante es si tú eres del <más> o del <menos>. Al final están estos por aquí, aquellos por allá y ninguno hace nada. Unos con otros se intercambiaban sus publicaciones. Tú me publicas a mí, yo te publico a ti, y todo queda en casa <casas editoriales>. Creo que hace falta una crítica sana y objetiva para <saldar cuentas>. Vamos a ver quienes merecen que les publiquen. Porque tú puedes publicar muchos libros, pero si nadie te lee…”
“REDOBLANDO ÁNIMOS”
Pese a todo, y “redoblando ánimos”, como diría Daniel Herrera, gracias a Ingrid Chicote quien me pidió hacerle llegar unos textos, con la intención de reunirlos en un libro, pues Erasmo no tenía cómo trascribir ni guardar sus poemas. Creo que él ya le había adelantado el título del mismo, y así fue como la poeta lo envió a la II Bienal Nacional de Literatura Antonio Crespo Meléndez (2015), donde triunfó con el poemario “Profeta de remate”, que aún no ha sido publicado en físico y esperemos le sea saldada esa deuda editorial, mediante los oficios y voluntad del poeta William Osuna, quien por cierto, fue pionero en llevar a cabo el primer taller literario en Maracay a principios de los ochenta y donde participaban nada menos que los escritores de la pandilla antes nombrada, junto a Rubén Serrano y posteriormente, un chamo guitarrista que se acercó dudoso a la puerta, y al que William invitó a pasar, razón por la cual se le atribuye la culpa de que luego este joven escribiera poemas. Se trataba del poeta Harry Almela.
Septiembre 2021
Excelente crónica. Robin Camero
ResponderEliminarExquisito. Gracias por esa cronica .
ResponderEliminarSaludos al poeta mayor. Jhonny Nieves
ResponderEliminarDate con furia, como Daniel a la roca, tu sabes de que hablo. Mariara tambien fue protagonista.
ResponderEliminar