-Manuel Cabesa-
He estado revisando las informaciones acerca del reciente Premio Planeta 2025, y no son nada alentadoras.
Al parecer "Vera una historia de amor" (así, sin la coma entre Vera y lo que sigue, sin paréntesis para lo que sigue y en última instancia sin acento en la primera palabra para que tenga un sentido: "Verá una historia de amor" y de esa manera advertir al lector lo que vino a ver), es una historia plana, sin incidentes, sin personajes profundos o atractivos al menos, ni otro ingrediente que justifique el tiempo que se le pueda dedicar.
Creo que aún no circula de forma digital, y si así fuera no sé si vale la pena arriesgarse. El asunto es que hemos llegado al llegadero, al parecer: darle certificación a una escritura que cualquiera puede realizar para compartir en su Facebook sin que por eso se le considere un escritor.
Más temprano que tarde todo ese movimiento de banalización, frivolidad, y falta de innovación tenía que dominar la escena literaria y encaminarnos hacia una literatura que se expresa pero no dice, y si dice no seduce quedándose en la epidermis, que pretende conmover pero donde todo es amor, pan y mantequilla.
Llegados a este punto, cualquier persona que se lanza a escribir sin el más mínimo sentido de la responsabilidad que significa hacer una obra literaria aspirará premios y reconocimientos por cualquier cosa que salga de sus dedos (ya que para escribir así el cerebro entonces no hará falta) como sucede actualmente con todos los que publican a diario miles de poemas y textos en las redes y sólo aspiran el breve "me gusta" como señal de aprobación.
Tampoco hará falta dedicarse años enteros a leer un sin fin de autores para penetrar en los laberintos del alma humana y aprehender los mecanismos del oficio, porque muchos prefieren ser "sensibles" antes que "inteligentes pero incomprendidos" o, y todavía peor, "difíciles de entender".
Juan Del Val, ganador del Premio Planeta 2025
Ya nadie lee a los autores que no sólo realizaron una obra, sino que con su esfuerzo fueron ejemplo para otros autores que se iniciaban en un campo minado de estructuras textuales y formulaciones lingüísticas; donde la Historia no era un simple recuento de hechos sino esa "pesadilla" de la Stephan Dedalus "no podía despertar" o el "infierno" según Jean Cocteau, y esto es válido tanto para la poesía como para la narrativa, para el ensayo como para el periodismo.
Difícil sería pensar que, siguiendo este ritmo, alguien que aspira a llegar al Poema se introduzca en las radicalidades de un César Vallejo, Huidobro, Lezama Lima, Cernuda u Octavio Paz, por sólo mencionar los más importantes (entre varios) de nuestro idioma. O seguir las lecciones de Julio Cortázar, Juan Goytisolo, Carlos Fuentes o Alejo Carpentier, ídem en lo que respecta a la novela iberoamericana.
Bastará, entonces, como referentes los poemas más conocidos del frondoso Neruda y esas citas cada vez más sospechosas de Mario Benedetti que circulan por las redes para ser "sensibles" y aceptados por la mayoría, mientras se van acumulando uno a uno diplomas y reconocimientos a la labor de nuestro ego que, al parecer, será el único beneficiado en este proceso, mientras nuestro nivel intelectual retrocede.
Posdata: no he leído el reciente Premio Planeta... quién sabe, a lo mejor lo leo y hasta me gusta, porque yo también soy muy sensible, me olvidaba decirlo.
25/12/2025


Publicar para ser reconocido se ha convertido en una tarea, más bien en una competencia de quién escribe más.
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