domingo, 28 de diciembre de 2025

El oso en la plaza, un campo de batalla semiótico: ¿adorno, símbolo capitalista o emblema geopolítico?

-Argenis Delgado-


En las plazas de Maracay, bajo el sol tropical, el oso polar navideño se erige como una figura aparentemente inocente. Sin embargo, en el contexto venezolano actual —caracterizado por una feroz batalla económica, una guerra de narrativas y una amenaza constante de intervención imperialista— este adorno deja de ser trivial. Se convierte en un campo de batalla semiótico donde chocan significados ecológicos, económicos y geopolíticos, revelando las profundas contradicciones de nuestro tiempo.


Primera capa: El absurdo ecológico y la colonización cultural


Geográficamente, el oso polar es un sinsentido. Venezuela, país tropical y megadiverso, tiene como emblema faunístico de sus Andes al oso frontino, una especie en peligro. La adopción acrítica del oso polar como ícono navideño refleja una colonización cultural que impone imaginarios nórdicos (nieve, frío extremo) sobre nuestra realidad decembrina de aguinaldos, hallacas y parrandas bajo un cielo veranero. Es una oportunidad perdida para celebrar con símbolos arraigados en nuestro territorio y nuestra biodiversidad única.


Segunda capa: El oso capitalista: La sombra de la Cervecería Polar


En Venezuela, el oso polar es, ante todo, una marca registrada: el símbolo corporativo de la Cervecería Polar, corazón del consorcio empresarial Polar C.A., el principal emporio capitalista del país. Su presencia en plazas públicas opera como publicidad monumental y normalizada de una corporación privada en el espacio cívico. En una sociedad con una marcada lucha de clases y una tensión histórica entre el proyecto socialista y el capital privado, ver este ícono del poder económico burgués adornando plazas públicas es una paradoja política de primer orden. Naturaliza, en el ámbito de lo festivo popular, un símbolo de un poder que ha tenido relaciones conflictivas con el Estado revolucionario.


Tercera capa: El exilio oso geopolítico: ¿Un guiño a la alianza con Rusia?


Aquí el análisis se complejiza. A escala global, el oso (pardo) es el emblema animal de la Federación de Rusia, el principal aliado estratégico, militar y político de Venezuela en su confrontación con el imperialismo estadounidense. El «Oso Ruso» simboliza fortaleza, soberanía y resistencia en el bloque multipolar. Desde esta óptica, la figura en la plaza podría intentar una resignificación geopolítica: ya no sería el oso de la Polar, sino el «Oso de la Alianza Estratégica Ruso-Venezolana». En medio de una guerra híbrida, donde cada símbolo cuenta, podría leerse como un mensaje subliminal de fortaleza y apoyo internacional.


La gran contradicción: Un símbolo para dos polos opuestos


Esta dualidad crea una tensión irresoluble: un mismo significante representa a dos fuerzas antagónicas en el conflicto nacional. Para un sector, es la mascota de la burguesía; para otro, podría ser el emblema del aliado socialista euroasiático. Esta ambigüedad convierte al adorno en un artefacto semiótico peligrosamente inestable. Lejos de ser un mensaje claro de soberanía, se presta para interpretaciones cruzadas que debilitan la narrativa oficial y perpetúan la colonización cultural y publicitaria del espacio público.


Conclusión: Hacia una soberanía simbólica clara e inequívoca


Precisamente por esta superposición de sentidos contradictorios, la pertinencia del oso polar como adorno público es más que cuestionable. En un momento histórico que exige claridad ideológica y defensa de la soberanía en todos los frentes, depender de un símbolo tan cargado de ambigüedades es un error estratégico. No se puede librar una batalla cultural con íconos prestados que, en el mejor de los casos, confunden y, en el peor, promocionan al adversario de clase.

La solución es la creación audaz de una simbología propia. Las plazas de Maracay y de toda Venezuela deben ser adornadas con:

Símbolos de nuestra biodiversidad: El oso frontino, el turpial, el araguaney, orquídeas. Una navidad verdaderamente ecológica y venezolana.

Símbolos de nuestras alianzas geopolíticas de forma explícita: Si se desea honrar a Rusia, hacerlo con símbolos creados en conjunto y claramente identificables, no con un animal prestado que remite primero a una cerveza.

Símbolos de la tradición popular venezolana: Pesebres con paisajes andinos o llaneros, figuras de nuestra cultura, que refuercen la identidad nacional.

Retirar el oso polar no es censura; es un acto de higiene semiótica y soberanía cultural. Es descolonizar nuestro imaginario navideño, despejar el espacio público de publicidad corporativa encubierta y, sobre todo, enviar un mensaje claro y potente: hasta en el detalle más aparentemente pequeño, Venezuela defiende su derecho a crear sus propios significados, libres de ambigüedades capitalistas y de imposiciones culturales foráneas. En tiempos de guerra contra el imperio, la coherencia simbólica también es una trinchera.

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Rafael Ortega