LA MAGIA DEL PINTOR
Nadie supo nunca la razón de aquél misterio. Yo tampoco. Visité ese pueblo en inciertas ocasiones. Viví en sus adentros ilustrados cuando Voltaire pontificaba contra la Iglesia y la Monarquía. Regresé a la posada y el cuadro seguía ahí, fingiendo inocencia y desamparo. Pero yo estuve ahí en inciertas ocasiones; a mí no podía engañarme.
LA SEMPITERNIDAD DE LAS CONSPIRACIONES
Testarudos moradores juraron lealtad sanguinaria a los indígenas lugareños. Migrantes recalcitrantes tramaron con viajeros nómadas un asalto nocturno al poder sectario y envejecido. Los nómadas no son de fiar y los ancianos de la corte degollaron a los migrantes conspiradores uno por uno. Los nómadas siguieron en sus caminos.
PEREGRINACIÓN
Miles de nosotros, una vez al año, peregrinamos hasta la naciente del río. Lloramos agrias lágrimas, maceradas en acidez, para contaminarlo. Odiamos aquella agua que con alevosía nos condenó a la viudez y a la orfandad, durante un seco verano, mediante una creciente inverosímil, de rabiosa alevosía.
AMOR
Quienes no conocen al amor no le temen. La intensidad del amor es proporcional a su fragilidad. Temo amar, odio temer. Son imprudentes quienes aman de verdad; y pagan sufriendo cual dementes por esa osadía procaz e impertinente.
ETERNIDAD DEL MAR
No era lluvia; lo puedo jurar. Abrumaba el agua que caía a torrentes desde un cielo azul profundo. El diablo y la diabla no peleaban, no estaban en parte alguna. No era lluvia: era un mar naciente. Uno de un azul desvergonzado que se apareaba consigo mismo, impúdico, sollozante y gozoso, procreando la génesis de sus afluentes.
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Rafael Ortega