Palabras que son flores que son frutos que son actos...
Octavio Paz: La estación violenta
Edición: Manuel Cabesa
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La real historia de Scherezade
El pasado miércoles 19 de noviembre, compartimos con varios amigos fragmentos de un poema del argentino Horacio Salas, el cual produjo algunas respuestas inmediatas, lo que no dejó de ser satisfactorio, unas pocas fueron requeridas expresamente y, de manera asombrosa, llegaron textos que sin relacionarse directamente con el poema, parecían entrar en su atmósfera.
Para esta edición unimos el poema completo de Horacio Salas con las respuestas espontáneas, las solicitadas y las que el azar intercaló el mismo día sin que los autores estuvieran concientes de haber entrado en el juego.
(mcabesa)
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I.
Ciertas mujeres parecen ignorar a Scherezade
La poesía les resulta menguado oficio
Ovidio
Ciertas mujeres no soportan
mucho tiempo a los poetas
los aman como ráfagas
se encienden escolares
casi diría románticas
en términos de caza
puede afirmarse
que son presa fácil de las balas
porque las hipnotiza
el reflector sobre los ojos
(aprender a mirar las azoteas descubrir angelitos bajo los antiguos balcones caminar sin paraguas en la lluvia reconocer el ojo secreto de los lamas)
y así por unos días
intiman con Neruda
escuchan a Vallejo
pronuncian Paul Eluard
dicen Solentiname
Pero de pronto
(sin dar explicaciones)
la realidad quiebra el hechizo
y prefieren la lógica concreta
a las palabras
a ese feroz amor
que pinta soles holandeses
talla al dios de las cosechas en el jade
burila el oro de los tequendamas
y las frases escritas
en una servilleta de papel
ramas de sauce de las dedicatorias
pasan rápidamente a los recuerdos
(sádicos muchachos de Bretaña lavan por diversión a las gaviotas que se alejan confiadas ignorando que el detergente las hace sumergibles y al posarse en las aguas de La Mancha se hunden como el Titanic golpeado por un iceberg Gengis Khan ordenaba desollar al vencido y los inquisidores hacian gotear sangre en las heridas para que el sufrimiento perdurara en pobres campesinas acusadas de brujas confesas de haber amado al Diablo varias noches)
Naturalmente estas mujeres
¿prácticas?
por motivos diversos
desconocen la historia real de Scherezade
a quien sólo las palabras
salvaron de la muerte.
Horacio Salas
**
II.
Las otras historias...
En sí mismo el día
llega ser la noche
por exceso de claridad.
Freddy Borges
**
Llegará la hora
en que pronunciar un nombre
pueda salvarme,
y ya me habré comido la lengua.
Raquel Camacho
**
Ella no entiende el poema,
no ve más que oscuras metáforas,
la pasiva tranquilidad
de un traficante de palabras,
un corazón
que negocia con el tiempo,
una mano
que no calma su angustia
con dinero efectivo
Ella no entiende el poema...
Cipriano Castro
**
Hay que prevenirse
de los malos poetas.
Cierto.
De los demasiados poetas,
de los versificadores contumaces
que aman el ripio
como a sí mismos,
que nos martirizan
con sus versos
cargados de tópicos.
Los que dan la brasa,
los que creen
que llevan un poeta dentro
y hacen flaco favor a la poesía.
Erick Lugo
**
Las mujeres de los poetas
también deben amar la poesía
Sino se queman
como las pequeñas
mariposas en las velas.
La luz nociva.
Juan Francisco Lara
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Igual ocurre con los hombres...
Las mujeres cuando somos poetas o disparamos un click con una cámara, nos convertimos en el lujo de unas horas o días.
Somos ese pequeño detalle para leer dos o tres veces mientras se toman unos tercios o amanecen embebidos en una botella de vino.
También somos el recuerdo de una orilla de playa, somos una clase de espíritus indescifrables.
Ysbel Mejías
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Ciertas mujeres amamos
de verdad
a los poetas
con el candor infantil
que enciende el primer verso
con la luminosa esperanza
que se adivina en una rima
y la furiosa pasión
que despierta Solentiname
con su utopía artística
o la posibilidad cierta
de encontrar cronopios
enredados entre las algas
de nuestro universo marino...
Ninfa Monasterios Guevara
La poeta descalza
**
Cada mañana
el rocío de tu amor
llena mi copa
y una brisa fresca
ilumina mi interior,
sé que estás ahí
aunque no pueda verte,
te siento en las miradas tiernas,
en un abrazo sincero,
en las sonrisas humildes,
en el ir y venir de la vida,
perfecto, único,
majestuoso, maravilloso,
la luz que ilumina mi camino,
ése eres tú,
mi tierno amor perfecto.
Rosanit Rodríguez
**
Así como se generaliza
que las mujeres
son como la flor "Bellalasonce",
un día con un poeta
y otro día en aventura efímera
pero quizás intensa...
Voy con escenarios
donde me recreo:
Hay hombres que no valoran
a las mujeres discretas
que aman intensamente
y en su cosmovisión
viven con sus cinco sentidos
el amor de sus vidas
como las historias de amor
en la poética bíblica
del "Cantar de los cantares"
o del amor sí correspondido
del hombre bohemio
y la mujer sensible
a la vista de paisajes
con eventos soñados
como la aurora
y el crepúsculo
en visperas del amor maduro...
Aplaudo el reproche
a bien recreado
pero que sea libre cada quien
en su proceso de vivir amando
o morir viviendo en el arte de amar.
Aimée Torres
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A cada mujer un mundo
en una servilleta
y un apretón de piernas
un poema que sume
que pueble rápido
ese universo hecho
a medida de su pecho
a borbotones
siempre desenfrenado
con un hasta que dure sabido
y se van mórbidas de anécdotas
reinas de algo difuso
y se ponen su uniforme
firman sus cheques
tiran la basura en el horario convenido
al poeta se le van olvidando los nombres
se le empodera un amasijo
en ese mundo condominio
y como cualquier cementerio de caricias
y de te amos ateos
se pone a escribir de desamor
como si la desolación
tomara oxígeno de la mala poesía
para seducir incautas peligrosas
Helio Uzcátegui
III.
Declaración de Sherezade
Dos sexos salivando
la vulva como boca
que segrega ante un limón
por el ojo del glande
corre una lágrima fresca
son los fluidos
lenguaje del cuerpo
fluidos fusionados
fluidos que dialogan
con otros fluidos
en la secreción del sueño
en alcantarillas que surcan alturas
Skarlet Boguier

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Un abrazo,
Rafael Ortega