¿Será la lluvia que llega o no llega
con su correspondencia invernal
derramándose en presentimientos
o buenas noticias
por estos campos calcinados?
Aly Pérez. Nochevieja
-Rafael Ortega-
Bien lo decía el poeta Horacio: aprovecha el día presente (carpe diem), pues la vida es breve y la muerte, esa magra figura vestida de negro, no discrimina a la hora de enfilar su afilada guadaña contra cualquier desprevenido mortal.
Hace poco tuvo la osadía de llevarse consigo la preciada alma de un poeta, Aly Pérez. Un artista cabal que albergaba dentro de sí un mundo pletórico de imágenes y palabras que cobraban vida a través de sus manos. Un hombre sencillo y a la vez complejo que poseía el don de mitigar sus quebrantos de salud a fuerza de poemas y pinturas.
Durante su corta estadía en este mundo nunca cesó de plasmar la esencia de la vida en sus obras ni de acortar las distancias geográficas y generacionales. Pasión según la casa, Cuerpo N° 5 y Nochevieja son fiel testimonio de ello.
De seguro un montón de libros apilados esperarán por siempre ser leídos por su dueño, los lienzos comenzarán a extrañar el roce de su pincel y una vasta colección de discos silenciará su armonía hasta el hastío.
En la antología Poesía de Aragua (1966-1996), el compilador Efrén Barazarte describió la obra del poeta villacurano: “Sus poemas muestran el canto de la imagen: el paisaje es contemplado en un diálogo con distintas poéticas trabajadas dentro de la tradición de la memoria de la aldea”.
No se equivocó Barazarte al afirmar que con este poeta se profundiza uno de los ciclos más intensos de la poesía del paisaje aragüeño: el poema no es afuera de los nativistas, sino un estado peculiar de la voz interior que lo convierte en uno de los poetas más sólidos del país.
Allá, en su preciada Villa de San Luis Rey de Cura, las cosas no volverán a ser las mismas, pues aunque la lluvia se afane por borrar todo vestigio de dolor por tan lamentable pérdida, nunca dejaremos de extrañar la presencia de aquel fantástico personaje que un día llegó a nosotros para revelarnos las cosas más importantes de la vida: buscar la felicidad, soñar y dejar huellas.
Maracay,
Venezuela, marzo de 2005
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Rafael Ortega