martes, 26 de noviembre de 2024

El arte debe existir sin motivo


  -Rafael Ortega-

 

José Vicente Blanco es pintor, dibujante, diseñador, ilustrador, docente, investigador cultural, coralista  y poeta. Desde 1980 integra el movimiento artístico y cultural del estado Aragua. Egresó de la Escuela de Artes Visuales Rafael Monasterios de Maracay en la especialidad de Arte Puro, mención Artes Gráficas (1975-1980). Desde el año 2004 conforma con un grupo de artistas el Movimiento Nómada.

Al consultársele si es necesario el arte, Blanco expresó: “Si lo consideramos desde un punto de vista práctico, en cuanto a la cobertura de necesidades básicas, la respuesta obvia sería que no: el arte no es útil,  en materia de abrigo (exceptuando la arquitectura), de alimentación o de salud (metáforas aparte)”.

 

Foto: Beatriz Nones

 

Sin embargo- agregó-, si tenemos en cuenta que partimos de un apelativo como "estética",  esta visión es muy simplista a la hora de ser empleada como argumento, hemos de tomar como base la idea de que el arte siempre remitirá a nociones de utilidad, nunca de usabilidad, más o menos importantes en unas épocas que en otras, y que será a partir de la concepción del arte por el arte cuando se puedo empezar a considerar la existencia de un debate real en torno a esta cuestión.

 “En los comienzos de la humanidad, el arte tenía un claro carácter utilitario: bien propiciatorio, bien conmemorativo -y no sólo dentro del ámbito funerario, sino también en diferentes estratos de la vida-, en este segundo caso se puede apreciar ya algo que remite a un sentido sensitivo”, argumentó.

A su juicio, el arte debe existir sin motivo, con la única finalidad de ser en sí mismo, una opción que ha sido tachada de irresponsable y cuya existencia muchos califican de utópica (en última instancia, todo arte serviría al menos a su creador como un medio de expresión).

 

                                     Foto: Aura Banks

 

“Pero si el arte deja de tener un ‘uso’ ¿por qué debe existir? ¿Para qué? Desde nuestra óptica actual, marcada por una contemporaneidad que nos otorga a los creadores un engañoso libre albedrío: para ‘exaltar el espíritu’, que nos permite la existencia de un ‘espacio’ de introspección, o de pequeños templos fuera del tiempo y de un lugar que nos acerca a un conocimiento especial de la realidad, desde allí, la finalidad del arte vuelve a ser recuperada, con lo cual, quizá, la pregunta correcta no sea si el arte debe de existir, sino si es realmente posible que exista un arte sin finalidad, un arte libre y liberador”, reflexionó.


 

Maracay, julio de 2013

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Rafael Ortega