Año VI. Número 252
Budas verdes
en el quiosco de las frutas.
Nos comemos la sonrisa
y escupimos los dientes.
Sandías. Charles Simic
"Comencé observando y aprendiendo de los maestros sobre diferentes técnicas de la artesanía, de las cuales me llamó mucho la atención el repujado del cuero, entre otras", remememoró.
Finalmente, Arnold expresó con tono reflexivo: "Somos los mismos que llegamos aquí hace más de veinte años. Algunos han muerto y otros nos estamos poniendo viejos. La mayoría de nosotros no cuenta con Seguro Social ni pensión porque a pesar de que nos han ofrecido miles de cosas, ningún gobierno ha cumplido nada".
Hasta aquí llegó nuestro espacio. Recuerden que pueden contactarnos a través del correo electrónico: rafedort@gmail.com, Twitter: @rafedort, Facebook: Rafedort y el blog: zonadetolerancia69.blogspot.com, donde encontrarán todas las ediciones de esta columna.
Budas verdes
en el quiosco de las frutas.
Nos comemos la sonrisa
y escupimos los dientes.
Sandías. Charles Simic
La literatura de vanguardia, la música rock y los movimientos contraculturales que le daban la vuelta al mundo durante la década de los sesenta influenciaron a Arnold Marulanda (Colombia, 1951) a tal punto que se convirtió en artesano. "Me reunía con un grupo de amigos para leer libros y revistas, porque no existía la televisión cuando era adolescente", comentó.
No obstante, aquel grupo de jóvenes no eran bien recibidos ante la sociedad por el simple hecho de llevar el cabello largo y en vista de que su apareciencia física generaba cierto rechazo para algunos y admiración para otros, se les dificultaba mucho obtener un empleo formal, por lo que decidieron hacerse de un oficio propio.
"Comencé observando y aprendiendo de los maestros sobre diferentes técnicas de la artesanía, de las cuales me llamó mucho la atención el repujado del cuero, entre otras", remememoró.
Debido a que la artesanía artística no era rentable en aquel entonces, Marulanda y sus compañeros decidieron dedicarse a la elaboración de sandalias, botas, correas, carteras, monederos y bolsos en cuero porque "son cosas más útiles y las compran con más frecuencia".
Por la experiencia que ya había adquirido Arnold siendo aún muy joven, en el año 1978 se le presentó la oportunidad de trabajar como instructor profesional en el área de repujado del cuero en el Instituto de Capacitación Empresarial (INCE), además de que la oportunidad de viajar a otros países de América Latina para reforzar sus conocimientos.
Pero la situación económica y las obligaciones familiares ocasionaron que Arnold Marulanda se lanzara a la calle para buscar el sustento diario a través de su oficio de artesano, siendo muy difícil al principio debido a que los hippies (como aún les llaman) eran considerados como vagos, viciosos y sinvergüenzas por las personas prejuiciosas.
"Como yo era extranjero, los funcionarios policiales me aplicaban con mayor severidad las acciones represivas. Nos perseguían como si fuéramos delincuentes, a pesar de que éramos los cultores más prácticos que había en este país", señaló.
Fue entonces cuando a principios de los años ochenta, un grupo de artesanos provenientes de distintas regiones del país y del extranjero encontró un sitio ideal para exhibir y comercializar sus creaciones en pleno centro de la ciudad de Maracay, Venezuela.
"Gracias al señor Elías Fadel se nos tramitó un permiso provisional para poder ubicarnos en las afueras de un conocido centro comercial ubicado en la avenida Miranda de Maracay y de allí nació la idea de crear la Asociación de Artistas Contemporáneos del estado Aragua 'Daniel Herrera", indicó.
Años más tarde, los artistas urbanos debieron abandonar aquel lugar y fueron reubicados en las afueras del Museo de Antropología e Historia del estado Aragua, donde permanecen hasta la actualidad y "la gente ya se ha acostumbrado a vernos y se ha dado cuenta de que somos personas que tenemos muchas cosas positivas que aportar a la sociedad", aseveró.
Según Marulanda, los medios de comunicación han influido mucho con respecto a la visión del artesano ante la sociedad, debido a que ya no son considerados como artistas callejeros, sino como miembros de una "tribu urbana", al igual que los skate, los emos y los grafiteros, quienes -a su juicio- sólo se dedican a realizar otro tipo de actividades que se desligan de las tradiciones ancestrales.
En este sentido, aprovechó la oportunidad para aclarar que no todos los hippies son artesanos ni todos artesanos son hippies, ya que el simple hecho de llevar barba y cabello largo "no te convierte en hippie porque un hippie se basa en sus ideas llevadas a la práctica, desechando los prejuicios sociales. Ahora bien, un artesano es aquel que de una materia prima crea un objeto útil para el consumo personal o una obra de arte".
Asimismo, nuestro entrevistado manifestó su preocupación porque en la actualidad no existe una generación de relevo en el oficio de la artesanía: "Existen muchos vendedores de artesanía y pocos artesanos. Con el tiempo se ha ido perdiendo nuestra identidad".
Finalmente, Arnold expresó con tono reflexivo: "Somos los mismos que llegamos aquí hace más de veinte años. Algunos han muerto y otros nos estamos poniendo viejos. La mayoría de nosotros no cuenta con Seguro Social ni pensión porque a pesar de que nos han ofrecido miles de cosas, ningún gobierno ha cumplido nada".
Hasta aquí llegó nuestro espacio. Recuerden que pueden contactarnos a través del correo electrónico: rafedort@gmail.com, Twitter: @rafedort, Facebook: Rafedort y el blog: zonadetolerancia69.blogspot.com, donde encontrarán todas las ediciones de esta columna.
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Rafael Ortega