sábado, 21 de mayo de 2016

La tragedia como elemento cotidiano


-Rafael Ortega-

 
Uno de los autores contemporáneos que representa con mayor fidelidad la esencia de la urbe de cualquier región de Venezuela es sin lugar a duda Erasmo Fernández, quien nació en la población de Chivacoa, estado Yaracuy, en el año 1946.

Aunque nacido en otra entidad venezolana, el poeta Erasmo Fernández ha hecho buena parte de su vida literaria en Aragua, específicamente en la ciudad de Maracay. Es por ello que actualmente se le reconoce como uno de los autores aragüeños más importantes, si no el mayor de todos.




De un lugar a otro, mochila al hombro, se le ha visto contemplando y escribiendo. Viviendo y sintiendo la poesía de la calle. Llena de sentimiento. La pluma escribe sin destino, lo que piensa, lo que siente. El orden es indistinto, pues lo que cuenta es lo vivido:

La noche tiene dueño: el bien y el mal;
que en fusión espejean
el mismo gentilicio bajo la oscuridad.
No tendrá escapatoria el trashumante,
el aguacero caerá sobre él sin mengua;
con frío, enchumbado estará
si no busca un alero, un café bien
caliente y un cigarro.

Para entablar una conversación con este poeta, es preciso convertirse en cómplice de un estilo de vida outsider que degustamos a través de las obras legadas por escritores de la talla de Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William Burroughs o Charles Bukowski, por citar algunos autores que explotaron sus vivencias hasta convertirlas en su principal fuente de inspiración.

Este encuentro no es casual
no me asombra
A mí a quien aflije una palabra
este recogimiento no es un acto primario
Lo voy a reforzar
cambiar
Lo entrego hecho poema.

Dicen que llegó junto a su familia a Maracay en 1958, tras la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, cuando contaba con unos once o doce años de edad y desde entonces dio inicio a su formación autodidacta.

Entre sus recuerdos aún se mantiene vivo el primer día que puso sus pies en la Casa de la Cultura de Maracay. Fue en el año 1974, cuando se celebraba “La semana de los artistas jóvenes” y acudió gente de todas partes. 


Por la mente de aquel irreverente joven que había abierto sus ojos ante el mar de la literatura a través de unos textos de Andrés Bello, Víctor Hugo, Horacio Quiroga, Pablo Neruda y Arnaldo Acosta Bello, entre otros, jamás se asomó la posibilidad de conocer a algún poeta reconocido.

Pues resulta que allí estuvo Ernesto Cardenal, quien, por cierto, estuvo a punto de ser linchado por unos franquistas cuando leyó el poema Marilyn Monroe en una churuata en la Casa de la Cultura y un grupo de jóvenes –entre ellos Erasmo- lo llevó a La Taurina para protegerlo.


Años más tarde, cuando Erasmo Fernández participó en el II Festival Internacional de Poesía, coincidió una mañana con él en el Hotel Caracas Hilton y le dijo: “Poeta, ¿usted se acuerda de Maracay, en 1974, cuando unos tipos lo querían joder y unos muchachos se lo llevaron a un bar?” Le respondió que sí. “Pues, uno de esos muchachos que lo protegieron era yo”.

En los años setenta, Fernández conformó junto a Jaime Betancourt y Zoraida García, entre otros, un grupo denominado “Los Malditos”, el cual era sinónimo de irreverencia y locura creativa que abofeteaba el rostro de las instituciones y los patrones establecidos.

De aquella experiencia quedaron algunos poemas plasmados en Cuadernos del fondo de la casa: No tengo nada que cerrar / asegurar / no hay ventana  / puerta / farmacia / yo no tengo nada que cerrar / Todos se encerraron en sus casas y yo afuera / Mis propiedades son afuera / Aquí donde abro bien los ojos para el sueño.

Con respecto al peculiar nombre de este grupo literario, nos contó su origen el mismo Erasmo: “En una oportunidad, cuando fuimos invitados a una lectura en el Teatro Ateneo de Maracay, colocaron en la cartelera ‘Hoy Los Malditos’ y quedamos bautizados con ese nombre. Recuerdo que en ese tiempo fue designado como secretario de Cultura un tipo de la izquierda y éste invitó a Carlos Zerpa para que hiciera una exposición, llamada Cada quien con santo propio. Eran unas obras tan profanas que hasta vino un cura a tumbar la exposición y botaron al secretario de Cultura y los demás funcionarios renunciaron”.

En cuanto a los temas que le motivan a escribir, reconoció que en su obra se refleja todo ese maremágnum de imposibilidades de sobrevivir en una ciudad metafórica, incluidos los otros seres que también sobreviven en ella, porque -a su juicio- a todo hombre que se inicie en la poesía, lo primero que le atrae es su tragedia.

Este traje lo entregaré encogido
harto en sopor
con hambre
Tanto uso lo ha cansado y veo
con dolor su deterioro
A veces cuando son frías las madrugadas o un astro
se desdobla
Se queda dormido en el perchero y lo contemplo
niño
sumamente inocente.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los blogs se alimentan de palabras, gracias por dejar sus comentarios en el mío.
Un abrazo,
Rafael Ortega