martes, 30 de diciembre de 2025

Granos de sonido (VII)

 


-Roberto Santana- 


La máquina tenebrosa sufre un bajón eléctrico


En septiembre de 1972, Black Sabbath lanzó su cuarto álbum. Venían de haber desarrollado una carrera fenomenal de tres años con sus primeros tres álbumes, Black Sabbath, Paranoid y Master of reality (todos disponibles aquí) que conquistaron el mundo y prácticamente lanzaron por sí solos una nueva forma de rock más pesada y oscura, lo que según muchos significa que ellos solos inventaron el heavy metal y el doom metal.

A medida que la banda se hacía más famosa y caía cada vez más en las trampas del estrellato del rock, también las presiones se apoderaban de ella, y fue precisamente cuando entraban al estudio para grabar su cuarto álbum, titulado de una forma tan poco emocionante, que las adicciones a las drogas comenzaban a pasar factura. A medida que la buena vida se volvía cada vez más fácil de alcanzar, las tentaciones de abusar de algo bueno comenzaban a sofocar los procesos creativos que habían convertido a Black Sabbath en un nombre tan relevante en tan poco tiempo.

Muchos cambios estaban en marcha para los miembros de Sabbath. Primero, la banda dejó ir al productor Rodger Bain e Iommi tomó el control del proceso de producción alegando que Bain no estaba capturando el verdadero potencial de la banda. Y así, el cuarteto se dirigió al estudio en Los Ángeles con los altavoces llenos de cocaína y se propuso llevar a la banda al siguiente nivel en sus propios términos, y esos términos serían un enfoque en el doom y stoner metal lleno de riffs de guitarra más pesados de los primeros tres álbumes con algunos toques experimentales. Extrañamente y mismo tiempo, este álbum es mucho más hard rock, con muchas influencias psicodélicas, lo que podría explicar esos coqueteos (un poco faltos de dirección, seamos francos) con la experimentación.

Impulsados por las drogas y la ambición, los miembros de la banda descubrieron una nueva vida en la ciudad del pecado y Geezer Butler contó en una entrevista con Guitar World en 2001 que este fue el punto en el que la formación clásica comenzó su inevitable combustión lenta hacia la implosión.

Vol. 4 es, en muchos sentidos, más de lo mismo, pero también algo completamente diferente. Resulta ser un álbum muy desigual después de la casi absoluta perfección de los tres primeros trabajos de la banda. Aparentemente, se necesitó un productor externo para organizar y cuidar a estos niños en una tienda de dulces, ya que Vol. 4 resulta ser un asunto bastante convencional con algunos números aleatorios incluidos para variar, aunque los elogios a Iommi como productor no están nada mal en sí mismos. La mayor parte de los temas del álbum siguen las mismas reglas del manual que hicieron que la banda se hiciera notar: ganchos de guitarra psicodélicos, pesados y pegadizos empapados de distorsión con un estilo bluesero de chico malo y riffs cíclicos que intercambia punteos enérgicos con acordes potentes, lentos y pesados. Se producen algunas mejoras interesantes: excelentes efectos melódicos de doble solo de guitarra y una gran destreza compositiva que en ocasiones rozan el rock progresivo son algunos de los destellos que mantienen esta obra funcionando.

Algunas composiciones destacan como territorios inexplorados por Sabbath hasta el momento. La primera es la inesperada balada sentimental Changes, que no tiene nada de rock pesado, sino que es más bien un piano con acompañamiento sinfónico y letras que lamentan la pérdida de la esposa de Bill Ward. En un claro intento por aprovecharse del público sentimental en busca de un posible acierto comercial, la canción es ampliamente considerada como una de las más fuera de lugar de los primeros álbumes de Sabbath y, afortunadamente, fue descartada de las presentaciones en vivo después de la siguiente gira. Por si fuera poco, dejó huella en Ozzy, quien añadiría baladas igualmente insípidas a lo largo de su futura carrera en solitario, y la canción eventualmente, años después (¡ja!), sería regrabada por Kelly, la hija de Ozzy. ¿Es una broma?, ¡por favor! Otra pista que nos deja perplejos –y no precisamente para bien– es la pieza electrónica "experimental" FX, que, honestamente, no lleva a ninguna parte y también parece una decisión tomada para conquistar a algunas de las emergentes audiencias de la electrónica que estaban ganando impulso por la misma época. Pero cada cual a lo suyo, hay que hacer lo que se sabe hacer, hermanos. Y si estás pensando en abordar nuevos territorios, lo mejor es que antes te tomes el trabajo de investigar y prepararte un poco. ¡Por Dios! En 1972 Tangerine Dream acababa de publicar Zeit, ¿y tú me vienes con esta... cosa?

Laguna sunrise, otra pequeña ruptura del molde sabáthico suena mucho mejor, pero también está un poco fuera de lugar en un álbum de Sabbath. Se siente como algo sacado de Houses of the holy de Led Zeppelin, con un toque de Sabbath, pero es solo un instrumental de guitarra acústica con un acompañamiento más sinfónico, similar a los breves intermedios de Master of reality, sólo que más relajado y folk. 

Tenemos entonces, con algunas interrupciones, el rock pesado y distorsionado de Black Sabbath, en ocasiones con un poco más de groove (estoy pensando en St. Vitus Dance) pero que con frecuencia parece no coger el impulso necesario para llegar a donde sugiere, lo que es un claro indicador, si no se ha demostrado ya, de que Sabbath estaba funcionando en piloto automático mientras gastaba la mitad de su presupuesto en excesos de toda clase.

De los seis primeros álbumes de Black Sabbath, siempre he considerado que el Vol. 4 es el más flojo y, a pesar de sus intentos de experimentar en múltiples direcciones, también el menos efectivo. No obstante, es difícil ser demasiado duro con este álbum clásico porque ofrece momentos de rock pesado de gran calidad con todo lujo de detalles, y como un intento de llevar las cosas a un enfoque de hard rock más simplificado, Vol 4 cumple la tarea. El problema es que el álbum está intercalado entre varios álbumes mejores antes y después que suenan más cohesivos, más profesionales e infinitamente más interesantes desde un punto de vista musical. Si bien la banda estaba satisfecha consigo misma, los críticos y los fanáticos no lo estaban tanto, ya que la banda había perdido un poco de ese lado oscuro y misterioso. Las pistas presentadas aquí resultaron bastante sosas en comparación. Sin embargo, a pesar de los fallos, VOL. 4 todavía se presenta como un clásico de los primeros años del metal.

Entonces, Vol. 4 es el primer álbum que muestra signos de declive dentro de Black Sabbath, pero pongamos esa afirmación en perspectiva. Este es Sabbath retrocediendo cinco pasos después de haber avanzado cien. En definitiva, este es otro lanzamiento de calidad del cuarteto de Birmingham, aunque no tenga la calidad de sus predecesores. Así que, aunque quizás el tiempo le estaba pasando factura a Sabbath, este álbum sigue estando a la altura de sus creadores.

Black Sabbath - Vol. 4 (1972)


Inglaterra


Heavy Metal, Hard Rock con profecías de Traditional Doom Metal


Excelente

Músicos


•Ozzy Osbourne: voz

•Tony Iommi: guitarras, piano, mellotrón

•Geezer Butler: bajo, mellotrón

•Bill Ward: batería, percusión

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Rafael Ortega