jueves, 27 de febrero de 2025

Cinco poemas de Rebeca Morales


I

Foto: Rebeca Morales


Cada quien se permite conocer al diablo como le apetece, para unos como un cruel vampiro, es mejor enterrar una estaca en su pecho y así acabar con el villano.

Pero otros se dejan llevar y prefieren perderse en una Fata Morgana, aún sabiendo que es un espejismo. Se dejan hundir en arenas movedizas para tragarse así el cólera de su existencia.

Así es el amor, dulce veneno, necesario para existir.


II


Con los ojos, entreabiertos y cerrados

Quiero levantarme y no puedo/

Algo debajo de la cama quiere salir

Puedo sentir su respiración y el rechinar de la madera/

El suelo es viejo, en esta habitación todo se está cayendo a pedazos.

Intento ver por encima de mi cuerpo inmóvil/

El frío se cuela hasta mis huesos y siento miedo/

Cada músculo rígido, tieso, inerte/

No estoy dormida, puedo sentir que algo está cerca.

Me poseen pensamientos tenebrosos/

No logro escapar de esta, mi cárcel/

Respiro suave y rezo/

No estoy dormida y puedo sentir como se acerca, escucho sus pasos y no puedo correr, no puedo gritar/

La noche se hace eterna/

El frío en mis huesos duele y siento miedo.


III


Quiero un poema que encolerice a la gente/

Que la gente no lo entienda/

Y el que lo entienda lo abrace/

Un poema negro, oscuro y lleno de sombras.

Nada de poemas rosas/

Flores amarillas/

O cisnes en el lago.

Quiero poemas que hablen del hambre, la sed y las angustias del hombre/

Poemas sin soluciones/

Quiero un poema que se lea a si mismo/

Que sea un espejo, una puerta abierta.

Necesito un poema que refleje mi verdadero rostro, mi faz, mi existencia, mi cruel infancia/

Quiero un poema que se escriba solo, sin pensarlo mucho, que solo nazca, naufrague y se hunda.

Dejaré de escribir, empezaré a leer y esperaré a ver si llega algún poema.


IV


Está bendita senectud se refleja en el espejo y se desnuda dejándose ver tal y como es,

Sin la máscara de cristal que cubre su verdadero rostro/

Dulce paz mirar lo que nadie ve, y amar el paso del tiempo que agresivamente ha dejado sus garras enterradas en esta piel, me acompañan solo mis manos para sostener el peso de la gravedad/

Las líneas curvas y las anchas grietas de éstas, mis arrugas, se han convertido en mi deleite/

Como un susurro, mis canas/

Experiencia que me vuelve ajena,

Indiferente y perpetua.


V


La ventana.

No sé que es más oscuro,

Si la penumbra de la noche o los negros espacios

Que se dejan ver por tu ventana/

Una habitación sin alma, vacía/

Ni siquiera gritos ni lamentos/

¡Simplemente nada!

No sé que estoy mirando/

Parado desde el piso de abajo, en el suelo, donde la tierra se mete en mis sandalias y empolva mis pies/

Todas las mañanas me detengo en la misma esquina mirando hacia arriba, esperando que algo se asome por tu ventana.

Pero no hay nada, ni siquiera tú/

Perdida en el tiempo, en la noche, en la vida, en la muerte/

¡No lo sé!

Ya no sé si eres real o una invención de mi mente, aunque te recuerdo, aún te recuerdo/

Pero no recuerdo haberte visto en esa ventana.

¿Entonces por qué te busco en ella?

¿Hacía dónde conduce tanta oscuridad?

¿Hacia a ti o hacia algo más?

¿Dónde estás?

Creo que regresaré mañana a mirar un poco más, dentro de ese abismo/

No lo sé, tal vez tenga mejor suerte y al menos algo parecido a ti se deje ver/

Sería una luz para mi alma/

Un claro suavecito desde esa ventana.


2 comentarios:

  1. Excelente Rebeca, mi pequeña poeta, del Grupo literario Destellos de Orión. Éxito y bendiciones.

    ResponderEliminar
  2. Me gustaron sus poemas y me ví reflejado en uno de ellos. Mi aplauso para la poeta.

    ResponderEliminar

Los blogs se alimentan de palabras, gracias por dejar sus comentarios en el mío.
Un abrazo,
Rafael Ortega