sábado, 10 de abril de 2010

Guillermo Cadrazco, un artista integral: “La poesía paga de muchas maneras”


Es cuentista, poeta, actor de teatro, compositor de música llanera y, sobre todas las cosas, un hombre del pueblo que observa y describe con fiel precisión cada detalle que tal vez por prisa o desgano se nos escapa de nuestros ojos en el diario trajinar


Texto y foto: Rafael Ortega

Cuando las raíces de un hombre están arraigadas en la tierra que le vio nacer, es inevitable percibir ese color local que le caracteriza. Por eso, al conversar con el poeta Guillermo Cadrazco se escucha en sus palabras ese sonido del pueblo que viene arrastrado por la brisa marina de las costas colombianas que fueron testigo de su llegada a este mundo, que él se empeña en cambiar a través de la poesía, allá en la Villa de San Benito Abad, en Sincelejo.
Es cuentista, poeta, actor de teatro, compositor de música llanera y, sobre todas las cosas, un hombre del pueblo que observa y describe con fiel precisión cada detalle que tal vez por prisa o desgano se nos escapa de nuestros ojos en el diario trajinar.
Tras una breve estadía en Colombia, Cadrazco se inició en el mundo artístico venezolano en los años ochenta, a la edad de dieciocho años, de la mano de Josefina Cabrices, en el grupo de Danzas 1º de Mayo, en Santa Rita. De aquellos tiempos, recuerda: “Siempre me gustó el trabajo folclórico, el trabajo cultural en las escuelas y nunca había tenido la oportunidad de participar porque a mis padres no les gustaba eso, pues significaba un gasto para ellos”.
Pero una sola presentación en el barrio del grupo dancístico fue suficiente para encender la mecha artística de nuestro entrevistado, a quien el hecho de que los muchachos llevaran tres meses de ensayos no mermó sus ánimos, a pesar de que —como él mismo confiesa— “no sabía mover un pie”.
Para aquel entonces, las letras empezaron a llamar su atención. “Andaba buscando esa forma y esa idea...”. Sentía que por sus venas fluía la música tradicional latinoamericana. “Somos latinoamericanos y, como buenos latinos, el sabor folclórico no deja de estar dentro de nosotros”. El canto de la música llanera, los poemas, sobre todo cuando escuchaba los primeros temas de Reynaldo Armas, así como de otros autores, tales como Montoya, Juan Vicente Torrealba, marcaron una huella indeleble en su inclinación musical. “Todo lo que hay dentro de ese universo del paisaje que describen esas letras hace que descubramos nuestra interioridad”.

También la música vallenata fue una influencia para Cadrazco: “Toda esa música que yo traía de Colombia, escuchando las canciones de Alejo Durán, Calixto Ochoa, Los Corraleros de Majagual, Aníbal Velásquez, Lisandro Meza, me mostró que allí estaba el paisaje y allí estaba la interioridad del autor, la musicalidad, el poema estaba allí. En nosotros mismos. Y fui descubriendo eso que estaba en mi sangre. Y comencé a investigar, a escudriñar...”.
Fue así como nacieron sus primeras composiciones para música llanera, junto a su compañero de estudios de bachillerato, Eduardo Cabrera, quien tocaba el cuatro. “Empecé a componer en el liceo. Allí tuve un profesor que se llamaba Carmelo, quien daba sus clases muy inspirado y nos hizo leer a Vicente Gerbasi, Pérez Bonalde, Aquiles Nazoa, y sus obras me incitaron a escribir mis primeros poemas, de los cuales yo pensaba que eran grandes. Y aún lo sigo creyendo, pues cuando creemos en lo que hacemos, empezamos a crear conciencia de nosotros mismos y eso es algo importante en cada uno de nosotros”.
Escribir, para Cadrazco, se convirtió en un hábito que casi rayaba en el vicio: “Aquellos poemas eran rimados. Si venía el Día de la Madre, le escribía un poema a la madre; si era el Día del Padre, le escribía un poema al padre; si era el Día de la Secretaria, escribía un poema alegórico a las secretarias y estos trabajos los llevaba al poeta Adalberto Pérez Ramírez, quien los publicaba en el diario El Aragüeño”. Igualmente, “cuando se acercaba la fecha del Natalicio del Libertador, le escribía un poema al Libertador y me introduje en esa parte histórica. Siempre me gustó la historia”. Desde entonces, no ha parado de escribir y cuenta en su haber, hasta el momento, con dieciocho trabajos inéditos.
Sobre su participación en los talleres literarios y la formación recibida en ellos, Cadrazco nos dice: “Cuando ingresé a uno de ellos, ya había ganado un concurso de cuentos. Tuve como compañeros a Efrén Barazarte, José Correa, José García, Esso Álvarez, quien hoy en día es un excelente fotógrafo, y Omar Gutiérrez, que en paz descanse... muy buena persona, mejor amigo, compañero... fue un muchacho, así como sus poemas, con bastante humildad”.
En cuanto a las herramientas adquiridas en los talleres, tras haber repasado las obras de Cortázar, Borges, Octavio Paz, Vallejo, Neruda, T. S. Elliot, Roberto Juarroz, Whitman, Rubén Darío, declara que esto le ayudó a desarrollar más cosas, aunque “todo está hecho, lo demás es cuestión de composición. Componer con la espiritualidad. Desde allí, desde ese punto de vista interior, desde ese paisaje interior que nos mueve hasta lo que nos circunda, todo lo que nos rodea, las personas con quienes hablamos. Entonces, hacia eso vamos dando un vuelco. Vamos viendo que el lenguaje se torna interesante y vamos descubriendo todas las emociones que hay alrededor de nosotros y ese mundo inefable que siempre llevamos en nuestra visión. Lo que podría ser insignificante para algunos, para el poeta tiene un gran significado”.
Algunas de las obras de Guillermo Cadrazco han sido reconocidas, tal es el caso del cuento “Tan sólo un sueño, presencié todo aquello”, que en el año 1984 recibió el premio del suplemento Orígenes del diario El Aragüeño, conjuntamente con el poeta Alí Rafael García Arriechi, de Barquisimeto. “Ese premio me ayudó con mi evolución. Me dio ánimos de seguir escribiendo, seguir ahondando, seguir buscando, porque todos los días buscamos”. Después, en el año 1986, obtuvo el primer premio en el concurso literario Lina Cabrera Sosa, en San Sebastián de los Reyes.
Desde hace varios años coordina el taller literario Tiempo de Palabras en diferentes instituciones educativas del estado Aragua, donde participan no sólo alumnos, sino maestras, profesores y miembros de la comunidad. “Comencé el taller en una escuela ubicada en la avenida Constitución de Maracay, después me fui al módulo 12 de Octubre de Santa Rita y luego en Marionetas de Aragua, gracias a la colaboración de Juvenal y Xiomara. Proseguí en la Escuela Nacional Coropo, en la Parmanacay, la Arminda Morillo, la Reina de Vásquez y la Escuela Básica Nacional Ivonne González Marcano, entre otras”.
Es preciso destacar su desinteresada entrega al trabajo creativo y su fortaleza ante los obstáculos que pueden presentarse en el oficio del escritor: “Cuando uno es poeta el lenguaje está dentro de uno. A través del conocimiento vamos creando conciencia. Muchos dicen que la poesía no paga, pero la poesía paga de muchas maneras, desde el punto de vista romántico, humanístico, espiritual, y hasta material, ¿por qué no? Desde cualquier punto de vista, la poesía paga”.
Por tal razón, cuando se le pregunta si se considera un artista integral responde que sí lo es “porque nada se separa de nada, todo va unido entre sí y es una mezcla porque tenemos un punto donde desarrollamos cada trama (...) los actores tenemos que interpretar”. Incluso, entre sus planes futuros vislumbra la posibilidad de incursionar en la pintura: “De repente, un día me siento por ahí a pintar porque también tengo esa visión. Yo hago máscaras en arcilla porque allí están la poesía y el teatro presentes. Igual pasa con la música y todas las artes”.


Autorretrato de un poeta


Vilma Flores, una compañera de trabajo, un día me preguntó: “¿Por qué tu madre te parió poeta?”. Y yo le respondí: “Mis palabras revelarán el porqué” e inmediatamente subí a la azotea y escribí:
Nos entendemos por lo que hablamos / Por la infinita posibilidad poética / Decir que soy poeta constituye y significa un alto grado de la vida / Pernoctado en el alma / Dibujado en lo que fui / En lo que soy / En lo que he sido / Un heroico viajero en el tiempo / Vivificado en la presencia de tu memoria / Atado al río / al atardecer / a las flores que me adornan / a este caudal divino del habla / guiado por notas musicales / y soy poeta porque Dios me adornó con su palabra / enseñándome triunfos y derrotas / para que habite eternamente en el sendero del Quijote / allí en El llano en llamas / dentro de Cien años de soledad / donde definitivamente convivo con Dios

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Rafael Ortega